lunes, 1 de diciembre de 2014

huracanes

Cuando una persona hierve de esperanza,
en algún lugar del mundo,
en la otra punta, se desata un huracán
de pies
bailado mariposas.
hoy, puede ser un maravilloso día cualquiera
para dar la vuelta al cuento
y apretar,
contra el tiempo, los abrazos, las
certezas;
los niños que se atreven a saltar
sólo por dar una lección de altura
a los aviones;
el papel que redobla de ilusión, que tuerce
los océanos, que aguanta el peso
de los días, la ciudad;
la pluma que ha vencido las heridas,
el césped en los pies,
la plastilina. hoy
puede ser un maravilloso día cualquiera
para mostrar el orgullo en nuestras manos, sucias
de pintura;
para escuchar la música, en la piel,
de un chaparrón de abril
por bulerías;
hoy puede ser el día
para todo el que proyecta un águila en la voz
y abraza, tiernamente,
todo lo inalcanzable.
y, cuando un último haz de luz azul
nos llame, sabrás
que un huracán, por ti, se desató
en algún lugar del mundo.

poema entregado a la asociación de niños con "piel de mariposa"

jueves, 4 de septiembre de 2014

caminos

de pequeño, tenía una única máxima en relación con el futuro: nunca convertirme en un adulto. era un mundo que no podía comprender; un mundo en que la gente prefería recibir algo de ropa, en lugar de juguetes, en los cumpleaños. jamás podría sobrevivir allí.

pasaron los años y, gracias a la soporífera falta de conexión con la realidad y con el suelo que me proporcionaron las revistas científicas, decidí, en un alarde de originalidad, que existía una única manera enrolarme en todo eso de crecer sin llegar nunca a considerarme un ser adulto, evitando por ende envejecer y madurar, con todos los problemas que ello acarrea: debía convertirme en astronauta. 
de una antigua publicación de la revista “muy interesante” – el ejemplar databa en los ochenta- , hice una libre interpretación de la teoría de la relatividad, con la que redacté la mía propia, a base de principios no fundados y alimentada con el auge de la ciencia-ficción, sobre la vida en el espacio y sus ventajas.

salvado el lance de la astronomía, siendo consciente también del molde y corte en cuanto a capacidades que requiere dicha vocación, me puse a investigar, documentarme y tropezar – sobre todo tropezar- en lo que, efectivamente, era el embolado de ponerse a crecer sin experiencia anterior en la materia.
seguía zumbando en mi cabeza todo ese tema del futuro. hacía un par de años que había acepado la traición de la ropa y los juguetes, cuando me convertí en lo que yo mismo bauticé como libredescubridor, aprendiendo por mi cuenta y riesgo de los grandes temas de la vida y la literatura. 
decidí entonces que mi vocación eran las letras. había algo que no conectaba del todo, no concebía descubrir sin arriesgar. con lo que mi siguiente vocación frustrada fue la de corresponsal de guerra. 
por suerte llegó la adolescencia y arrasó con cualquier resquicio de preocupación sobre el futuro. estamos hablando de finales de los noventa, una generación posmoderna y hedonista que no veía más allá de su polla y su canuto.

cuando empecé a ver algo de luz al final del túnel hormonal o, mejor dicho, tuve mi primera extraña sensación de plano secuencia en el que me veía a mí mismo desde arriba, sentado en un banco del parque, me preocupé. dejé de fumar porros – me emborraba todos los días, pero es otra historia- y volví al tema del futuro. ¿no es, al fin y al cabo, el único sentido social, cultural y especista de nuestra vana existencia?

debido a mi personal y siempre insuficiente observación sobre el mundo y a una traumática experiencia en hospitales – y en especial a los cuidados de una enfermera del hospital de móstoles, que nunca olvidaré – decidí que lo mínimo que podía hacer, en el contexto histórico, social y geográfico en que me ha tocado desenvolverme, era dedicar mi vida a las personas. así siempre me quedaría la legítima potestad de poner el mundo patas arriba.


con más ganas que acierto llevé a término mi mal pagada y poco reconocida diplomatura en terapia ocupacional. mi paso por la universidad también da para otra buena chapa. quizá otro día. 

total, sólo quería contaros que, por fin, realizo mi primer trabajo como terapeuta ocupacional; que estoy, lo primero, agotado de andar de un lado para otro y, lo segundo, que no quepo en las costuras.
me he tomado la libertad de contarlo así porque, cuando compaginas dos trabajos para llegar a un sueldo, librar una tarde en uno de ellos son unas pequeñas vacaciones y se me ha vuelto a ir de las manos. 
gracias por sostenerme en las caídas, por enseñarme a jugar a cuerda y al ahorcado, mientras gasto vuestras vidas y las mías. ya sabéis. 

Kiko

lunes, 18 de agosto de 2014

decidido

Hoy me he levantado decidido
a quitarle los precintos policiales a la casa
y arrancar las telarañas que acumulo
detrás del esternón.
hoy era el día, lo sé, de abrir todas las ventanas, de
pagar las multas, de
cortarme el pelo, incluso,
comprar ropa y hacer
algo de ejercicio.

te prometo que he estado a punto.

cuando apenas me quedaba medio soplo,
me ha picado el maldito insecto de siempre, - ya sabes cómo va-
en el preciso instante en que sostenía la escopeta de matar desastres,
con más firmeza y determinación que nunca. (no hay nada 
que pueda hacer contra ese bicho)

inmediatamente - sabes cómo va - me he tenido que sentar,
que se me pone la cabeza carrusel,
agarrar lo primero que he pillado
y ponerme a rebatir, conmigo mismo, las razones
para no decirte que

te quiero y nunca sé cómo decírtelo.

te quiero,
sin la más remota posibilidad de armisticio,
ni cinturón de seguridad.
te quiero nova, supernova y de rodillas. te quiero
sobre todo cuando llueve.

te quiero si eres traviesa, como un juego de cuchillos
de cocina, o eres
peligrosamente  suave.

te quiero
en cada uno de tus césped, y si sientes
que te nace alguna espiga.
te quiero carmesí, porque no sé quererte tibia o parpadeo.
te quiero en cada montón de escombros.

te quiero y nunca sé cómo decírtelo.

te quiero desde algún lugar remoto de mí mismo, 
donde por fin
puedo
parar a descansar, sin el ruido cruel del pensamiento.
te quiero porque embriagas mi rutina, 
untando mermelada
sobre el pan de ayer y
el pan de antes de ayer.

te quiero en la ternura de los primeros brotes
y en la lejana senectud del fin de invierno, porque no es
sí no a través
de la escarcha, que el verano vuelve
con un ramo de cerezas.

te quiero cuando, cerca,
no se puede distinguir dónde terminan mis cenizas
y empieza tu espesura, tu apogeo.
te quiero cuando, lejos,
una sombra del guepardo de tu sexualidad
cuelga inerte de una cuerda de tender, y
tengo que decirle al viento que con eso no se juega;
que no estoy aquí parapetado espantándole los pájaros. estoy
echándote de menos.

te quiero porque has puesto el clavel en las pistolas
en el punto álgido de mi ficción melodramática, y
después,
te permites mentir en el interrogatorio,
que no es por ti que tiemblan mis cimientos, que no sabes nada
de una bailarina, caballito de mar y solo
de guitarra eléctrica.

parece, entonces, que puedo seguir,
que recuerdo mi directo de derecha, que
las telarañas y precintos policiales trasparentan,
cuando, aun bajo el efecto del veneno,
intento decir que

(globo                  o             plomo,
sangría                 o             dínamo)

te quiero
y puede que no te quiera bien, pero te quiero así.
nunca sé cómo decírtelo. 

lunes, 28 de julio de 2014

argentaria

ha buscado en todos los cajones del gran mueble del salón. en todos. de uno de ellos, que se resistía a abrir, se ha desprendido el pequeño asidero dorado que hace de tirador,  anulando el cajón y su contenido. pude ver que mi abuelo fingía acorralar con la mirada la trayectoria de la pequeña tachuela brillante por el suelo, hasta acabar debajo del sofá. tras reconstruir los tres o cuatro golpecitos metálicos, se ha agachado pesada y cuidadosamente a recogerla. ahí estaba. es alucinante cómo ha podido seguir el levísimo tintineo de la manecilla, hasta dar con ella, cuando hay que gritarle, literalmente, al oído para que entienda tres palabras. no me ha dejado que le ayudara a levantarse del suelo. primero, se ha puesto de rodillas, luego sobre una sola pierna y después se ha ayudado de la mesa para incorporarse.  una vez de pie, ha observado la pequeña pieza como si la regañara por abandonar su puesto y la ha colocado en el cestito de mimbre en que guarda las cosas que hay que hacer. al final, parece que el incidente le ha hecho recordar. ha encontrado lo que buscaba. estaba resguardado del polvo y del tiempo, dentro de una caja de zapatos, con los demás objetos que mi abuelo guarda como pequeños tesoros: un par de sacacorchos, cinco o seis barajas de cartas, un reloj que se encontró y asegura que está chapado en oro, a saber cuántos puros de boda, un puñado de llaveros, un anillo, un agenda imitación piel del 89, e innumerables achiperres,  de los cuales desconozco el nombre y la utilidad. entre ellos, hay una cajita de plástico azul oscuro con forma de pequeño estuche rígido, en cuya tapa superior, estampado con letras amarillas, destaca una palabra: ARGENTARIA. lee esto último en voz alta. es lo que mi abuelo buscaba.

cierra, con mucha suavidad, su caja de zapatos y la guarda pausadamente en un cajón de su mesilla de noche, como intentando memorizar las pautas, para la próxima vez. ahora sí, me enseña el misterioso contenido de la cajita azul. en su interior, una pluma plateada descansa sobre un molde de tela con tacto aterciopelado. cierra la caja y me la ofrece. me dice: - para ti, para el próximo libro -. le doy las gracias y un abrazo. estoy un poco emocionado, pero intento mantener la compostura. sé que para mis abuelos están siendo unos días difíciles. le contesto con una sonrisa y le digo que termine la tarta, que se le va a derretir. es el primer año, de noventa  con los que cuenta, que no pueden estar en el pueblo para la fiesta grande, a excepción del año que murió la tía. la abuela apenas puede caminar y, la verdad, están mejor atendidos en Madrid. él asegura que apenas se ha acordado de las fiestas, pero sé que miente, para que yo no me sienta mal.  sabe que a mí me ha tocado currar este año y que me jode. pero en el fondo no me importa ni una gota de lo que le duele a él, que tiene que ver cómo la mujer de su vida apenas sí se levanta de una silla. y ahí estamos los dos, el abuelo y el nieto, mintiéndonos sobre los sentimientos de estar tan lejos de donde querríamos estar. nos une una pequeña complicidad de exiliado, intentando tragar la congoja, acogiéndola a sagrado, con una media sonrisa muy auténtica. le vuelo a abrazar y salimos de la cocina.

- comprueba si escribe- me dice. lo intento varias veces, primero sobre la cajetilla de tabaco y luego sobre distintos tipos de papel. la tinta está seca. no escriben, pero le vuelvo a mentir - perfectamente, abuelo- le grito. él sonríe y se termina la tarta. le dije que el libro anterior se me había agotado, que estaba a la espera de que la imprenta me mandara más. no creo que sea un libro que pueda leer mi abuelo. creo que lo comprende, por cómo me mira siempre que le digo que me he quedado sin ellos y cómo dice - al final te vas a hacer famoso- . después de la tarta, entre los dos, hemos ayudado a la abuela a dar unos pasitos hasta la puerta y de nuevo a la silla. al despedirme, le he vuelto a dar las gracias por la pluma y me ha dicho  - no seas tonto, para qué la quiero yo - 

siempre espera en el umbral de la puerta a que cruce la esquina de la calle. más tarde, en casa, he sacado la cajita azul de la riñonera y me he quedado mirándola. por fin, he llorado a rienda suelta y he acabado riendo como un loco, al darme cuenta que tampoco le he dicho que, en realidad, como ahora, casi siempre escribo en el ordenador.

lunes, 7 de julio de 2014

despeinado


la vida es multidireccional, a veces, incluso puede permitirse los colores, pero circula en un sólo sentido. no es nada nuevo. hace soportable la existencia del cometa: avanzar perdiendo masa, para que los demás podemos ver y, con ello, analizar, su estela. 
el irrefrenable impulso, puede causar un pequeño vértigo. la sensación es similar a caer con los ojos cerrados.
cuando consigo despejar la cabeza, echo un vistazo hacia atrás, e intento calcular la velocidad aproximada. el resultado me suele salir con algunos decimales de tristeza, pero permite unos instantes de prófuga lucidez. casi siempre vuelvo despeinado..

lunes, 16 de junio de 2014

nosotros

nosotros, que nunca
nos preocupamos en tener más peso que los bolsillos descosidos del viento,
nos sentimos bien, miserables y ligeros.
nosotros,
que no pedimos más que otro atardecer
y otra botella de vino,
mirando la vida, atada en corto al nuevo siglo, pasar
por delante, con su ridículo traje de colores,
como si no existiéramos.
nosotros, y nuestra punzante necesidad de mar 
y amor, porque nos ahoga lo que no se nos escapa,
todas esas cosas que no tienen profundidad;
no supimos consentir el hambre en ningún pecho, alrededor,
aunque aprendimos que la tripa se acostumbra al embutido, con sorprendente
facilidad.
nosotros, nunca
nos quitamos el cartel de “en obras”, ni el
“cuidado con el perro”,
porque siempre hemos estado a medio hacer
y no estábamos seguros de si nos íbamos a arrancar a mordiscos.
a nosotros, las tardes, nos aprendieron a volar temprano,
se nos acumularon los domingos en la pila
y empezamos a usar vasos de plástico,
para no tener que dar explicaciones al resto de semana.
a nosotros, no pudieron tatuarnos la rutina y la obligación,
ni educarnos fuera de la resaca tibia.
nosotros,
nos hemos quedado fuera del recreo, el reloj y las chaquetas,
por perder la noción, corriendo detrás de mariposas de humo.
qué bien os tengo y me faltáis,
hijos de puta,
qué bien habéis aprendido a jugar a esto de la vida, bailando
en el filo de sus reglas.

miércoles, 21 de mayo de 2014

aquel tipo que no creía en mariposas

Me golpeaste 
mil quinientos aletazos, mil quinientos polvos 
amarillos, cada parpadeo,
sin dudar,
sin cicatriz de golosina.
había dejado de quemarme en los mecheros,
la deriva del molino
no me hacía sentir si no cosquillas y
tuviste que venir a incendiarlo todo,
a consentir tu ancla, tu onda expansiva de semicorcheas.

como el hombre primitivo teme a la tormenta,
creí que era dolor,
pero era pan caliente.

has tenido que llegar, arrasando con todo, 
para hacerme ver lo estúpido y débil de mi torre de naipes,
de mi dado de seis ceros.
me has pillado con la guardia baja, porque no conozco 
otra manera de enamorarme,
que bajar las manos.

y qué bien has llegado, huracán, tropezón,
a imponer tu latitud y tu
temperatura, manchándolo todo de verano,
para hacerme después besar la nieve.

no debiste haberme hecho creer invulnerable.

hoy, cariño, hay que hablar de lealtad y cocaína,
de humanidad, de petróleo.
se me llenan de paredes las arañas
y el pan
se ha convertido en avispas
en la lengua.
el cabezazo es no-poesía si no-tú,
una ligereza que mata de entusiasmo.
puedo comerle la boca a la vida,
suficiente, lamiendo
todos sus venenos, mientras miro cómo te vas
y la nota
                en el salón
                               con tinta roja.

las palabras son ceniza que se vence contra el viento,
se me ahogan de lágrimas, de azul,
las mariposas.
el tambor finge un sonido sordo y pálido de
rendición.

la vida es una bandera negra,
una autopista de peaje,
una muda de piel,
mi bolsa entera de canicas rodando por las escaleras,
una foto velada.
en el bote de nocilla sólo queda de la blanca.

me he atado las manos, con bridas,  a la espalda
para no escribir tu nombre en el teléfono
y estoy poniendo guapas las esquinas,
con todo
lo que me sobra dentro.

me dejo rodar cuesta arriba, tumbado en el sofá
y no sé cómo me caí del árbol, ni cómo matar
la tarde, sin ser cómplice.

hundir el plomo es imposible, como no creí
en las mariposas.

si queda algo de aliento, de calor,
como una cuerda de piano que me sostiene
por el cuello, con firmeza y no
me permite caer
y aun
me hace poder que creo
creer
que puedes
aparecer
si muere la tormenta.

martes, 20 de mayo de 2014

el grillo

Siento el mismo vértigo que tú,
al mirar el océano de luces de la ciudad,
desde aquí arriba.
a mí también me falta
un puñado
o dos
de aire,
al enfrentar la dura cáscara
de este retablo de títeres de alambre
que se nos presenta como una gran aventura.
también sudo tu miedo y tu ansia
de ternura
y muero como tú,
empujando las horas
por la espesura irrespirable de
la duda y la necesidad.
tampoco he sabido cómo empaparme de la ociosa plasticidad
de las espigas que abrazas,
y su admirable capacidad de recuperación.

quizá mañana, digo.
quizá mañana,
cantas.

vuelvo la mirada hacia la noche. te quiero porque
no sé exactamente dónde estás.
a penas me cuesta admitir que sólo somos manchas de hollín,
un grito vertical,
yo, en silencio,
tú,
campanas.

compañero,
al final vas a hacerte daño y puede que mañana necesites esas alas.
puede, que
ella
no vuelva.
ven, amigo, seguro
que te sabes una alegre.

miércoles, 7 de mayo de 2014

los gorriones

"La mañana de Santiago está nublada de blanco y gris, como guardada en algodón. Todos se han ido a misa. Nos hemos quedado en el jardín los gorriones, Platero y yo (...)" 
Platero y yo. Juan Ramón Jiménez



Hoy es domingo y, ¡mira, Platero!,
todos
acuden a comprar, untados de crema para después del afeitado.
se asfixia, de calor, la libertad,
dentro de esta carpa de circo.
la luna y la playa, tienen
manchas de alquitrán.

hemos levantado puestos de trabajo, encima
de otros puestos de trabajo,
demoliendo la actitud al elefante,
haciendo chascar, en aire impenetrable, las monedas,
secando el río, de raíz. casi
no se aprecian los barrotes, son
de regaliz.

las golondrinas que posan en el suelo,
no remontan.
nuestros sueños son reptiles que comen golondrinas.

observa, detrás de la cortina, tus héroes mutilados,
siente el horror de la comedia: mitad hombre, mitad truco.

puedes traer a los niños,
que aplaudan o humillen a las bestias.

seguro necesitas otro par de calcetines,
lee el cartel: podemos hacerlo por ti.
la temperatura te estudia, maneja un perfecto taladro percutor,
tatuando nuestro eslogan en el tímpano:
no nos importa lo que pienses.

tenemos el molde perfecto para tu necesidad mecanizada,
puedes
elegir el sabor, dentro de nuestra amplia gama,
de nitrógeno a frambuesa.
¿has probado el nuevo?
un publicista ha querido seducirte y le ha llamado
AMOR,
porque no sabe qué significa. presume ser
una palabra en lengua muerta,
con un logradísimo sabor a tuétano.

recoge la sonrisa que lanza ese chaval, detrás del uniforme.
dale a tu hijo unos rotuladores, que coloreen su contrato,
se ve triste.
no te incomode si fue a la universidad,
no ha debido esforzarse
suficiente. su padre,
no debió amasar lo suficiente.

coge la bolsa, la sonrisa
y vete a tomar por culo.
desenchufa
tu respiración de las puertas automáticas
y deja sitio. otros vendrán, hoy es domingo,
hace un precioso día,
de metal, de invernadero.

el siglo veintiuno ha vencido a las personas,
sólo espero que haya alguien -o algo- ahí fuera,
mirando
los gorriones.

sábado, 19 de abril de 2014

big crunch

más de 2000 años de evangelización (Moneda >Cristo >Rey >Trabajo).. a ver cuándo empezamos a invagelizar, modo big crunch.

quizá entonces enseñemos empatía en las escuelas, cuando la primera lección sea: tú, libre. y todas sus conjugaciones. el día mundial de fundición de cañones para hacer pan. y celebremos  por fin el día mundial del fin de los días mundiales. aún no hemos encontrado la palabra capaz de doblar el acero. ni creemos en aprender, sin destruir, que no son las banderas las que lloran a sus hijos. el día que nadie dude que todas las catedrales que caben en su réflex, las levantaron personas cuyos nombres no aparecen en la chapa conmemorativa. quizá así, no necesitemos otros dioses que nos expliquen el trueno y la muerte, a quién rezar, si vienen a azotarnos puntuales, después de la cena. y mostremos a los niños el respetuoso ritual del león con el antílope..

contrariado

Estaba leyendo un enlace que han subido varios amigos sobre cómo el gobierno hace demagogia y palabrería barata de twiter con la muerte de Nelson Mandela, cuando han llamado a la puerta. si no es por los ladridos de la perra, no me entero. entre eso y los segundos que he tardado en reaccionar, cuando he llegado a la puerta, no había nadie. quien quiera que fuera estaba ya en otro piso, hablando con otros vecinos.
era una voz de hombre, muy tranquila, que no reflejaba debilidad, al comentar que el papel que traía en las manos era una orden de deshaucio. debía estar mostrándosela a alguien, antes de sonar un perdona y una puerta que se cierra.

he entrado en casa decidido a coger un euro de mi cartera, cuando me he puesto a pensar si iba a escuchar realmente la historia del tío e iba a intentar ayudarle o me iba a limitar a soltar el euro y seguir con mis asuntos. está claro que una limosna de mierda no va a evitar que le echen del piso. tampoco puedo darle mucho más. por otro lado, también podía invitarle a pasar y a tomar un café. siempre pienso que puede resultar un tanto intrusivo, incluso una ofensa (dame la pasta y déjame, que tengo mucho que hacer y en qué pensar..) lo que está claro es que ese hombre no necesita mi compasión, ni mi caridad. ni la de nadie. lo que ese hombre necesita son soluciones reales a su problema y el de su familia. justicia social. y, seguramente, un trabajo también. cosas que están muy lejos de mi alcance poder ofrecérselas.


entre tanta vuelta de olla, cuando he salido al descansillo, el hombre debía haber llegado ya al último piso y bajado de nuevo con las pocas limosnas que haya podido conseguir. intenté escuchar de nuevo su voz grave a través del hueco de las escaleras. nada. me puse a imaginar cómo debía ser físicamente aquel tipo, mientras entraba de nuevo en casa y volvía a mi habitación, algo confundido y contrariado, con un puto euro en la mano -no sabía qué coño hacer con él. me entraron ganas de tirarlo por la ventana- y la cara de Mariano Rajoy en la pantalla del ordena.

martes, 15 de abril de 2014

intentar que sea como un paseo

Mi abuela, de vez en cuando, entorna los ojos, perdiendo la mirada por la pared. como si allí, entre las gotas de pintura blanca, alguien hubiera salpicado, desordenadamente, sus recuerdos.
se pone a hablar, muy despacio, del pasado, hilando historias. es como si volviera andar. se le cambia la cara. esquiva cualquier cosa que se le pone por medio, con mucha gracilidad y se permite caminar, un rato más, por esas imágenes de luz blanca, antes de volver. 
pero vuelve. y vuelve la sombra. y el trocánter femoral. y el calcáneo. y hace frío. y cierra la puerta. y el agua templada. y el abanico. y esa puta silla de aluminio…

como no le gusta el silencio - para ella, debe ser muy parecido al concepto que tenemos los demás de oscuridad- busca mis ojos, de arriba abajo, y me dice que, siendo como soy, nunca me va a faltar qué hacer. sus labios se retraen y me enseña una preciosa sonrisa en blanco y negro, aunque la dentadura le va grande. o es el cuerpo lo que, ya, le va pequeño. sonríe con todo el peso del siglo veinte, e insiste: córtate el pelo, que siendo como eres, no te faltará trabajo.
nunca me permitió ser un vago. repite muy a menudo un amago de orgullo, con eso de que ande siempre liado con algo. si fuera ella la que me viera sentada en una silla, estoy seguro que no lo permitiría. pero no es así, es ella. y no hay nada que nosotros podamos hacer.
a esa obsesión porque nunca estuviera quieto, porque no durmiera más de la cuenta, debo, en gran medida, esta hiperactividad psicológica - que no intelectual- que no me permite descansar la mente y la mirada y, sobre todo, que hace que, siempre, me pregunte por qué. por eso, por ella, esto de que, a veces, me tumbe sobre una página en blanco a descansar y, no diré a volcar, ni vomitar, que está muy visto, si no, simplemente, tumbarme. y dejar que las palabras hagan sudar la fiebre. a ver si esta noche, duerme de un golpe el animal de tiro que me enseñaste a ser. mañana, damos otro paseo …

viernes, 11 de abril de 2014

una ordenanza municipal, obliga los poetas de madrid a llevar la grandilocuencia atada y con bozal

con la poesía, como con la vida. la prefiero cuando es tibia,
sin pulir.
mi apuesta es ciega por las astillas decididas a quedarse,
por una fuga, sin planificación,
a través de las alcantarillas de este ígneo atardecer del extrarradio
y,
sobre todo, por el vuelo cabezota de mi mosca, contra la ventana,
por no caer sobre la realidad untosa
del desfile,
la flor muerta,
la ropa de domingo
y
todas esas cosas sabor fresa que, en verdad, no saben a fresa.

entonces, sólo
entonces, puedo terminar el poema -o dejar que él termine conmigo-
sin decir que toda la culpa es mía.

jueves, 20 de febrero de 2014

a saber qué otro lugar del mundo

Golfa ha empezado a ladrar, a través de una valla de alambre.
no alcanzaba ver a qué y me he acercado
un poco. allí estaban:
dos patos;
el macho, brillante, y la hembra, de colores
pardos.
nadaban en un charquito,
dentro de un solar de construcción.
el charco ha resistido los días de sol, desde las últimas lluvias
aunque no mide más de un par de metros.
por lo que se ve, tiene bastante profundidad
para que dos patos naden
juntos.
deben estar de paso, pensé,
volviendo del calor de a saber qué otro lugar del mundo.

he tenido que insistir a la perra
para que les dejara en paz, y hemos subido a casa.

ella ha empezado a comer de su cuenco; yo
me he sentado en el sofá y me han venido a la cabeza
esos dos patos,
mientras miraba la pared,
contando las horas que quedan para que sea viernes o
primavera           y vuelvas.
la verdad,
nunca me había planteado el tamaño real
de la casa, en serio.
es un piso pequeño, de sorteo.
no tengo ni idea de los metros cuadrados que ocupa. no lo sé.
mañana, cuando por fin
estés aquí,
comprobamos, una vez más, que tiene profundidad
suficiente.

miércoles, 19 de febrero de 2014

los días que libro

Los días que libro, como hoy, aprovecho para no hacer gran cosa. limpio un poco la casa, hago comidas. suelo salir a pasear con golfa, con mayor tranquilidad que de costumbre.

en la zona donde vivo ahora, como en cualquier otra parte, supongo, suele formarse un corrillo de personas con perro y mucho tiempo libre. siempre me cruzo con alguno de estos círculos gregarios - debían ser añadidos al listado de tribus urbanas, es muy fácil distinguirlos-. procuro acercar a mi perra, para que se relacione con otros perros y disfrute, mientras yo intento todo lo contrario. 
pero hoy me he visto en una encerrona y, sin darme cuenta, estaba dentro del debate de tres jubilados varones, un chaval en paro, que, sorprendentemente, iba en pantalones cortos y una señora de mediana edad. discutían sobre política, inmigración y desempleo (que podría ser el nombre de un ministerio, una delegación de gobierno, una concejalía o consejería. ese tipo de cosas que se crean para que un cerrado número de personas vivan muy bien)

me he dado cuenta que un señor que debía tener más de ochenta años, con un abrigo color tierra que le llegaba por las rodillas y que llevaba abierto completamente, no abría la boca y, como yo, se limitaba a mirar cómo los perros libraban una batalla ficticia, desde fuera del círculo. al principio de la interrelación, cuando se podía dialogar, dijo haber sido maestro toda su vida. sin embargo, otro señor más joven, que se presumía jubilado, tenía encendido el ánimo de debatir. parecía que los gruñidos de los perros le hacían venirse arriba y empezó a hablar a voz en grito. mientras, las rebabas de la comisura de su boca se espesaban y miraba a los que no le prestábamos atención – el señor del abrigo y yo - apremiándonos a seguirle con un “¿o no?”, acompañado de insistentes golpecitos en el brazo. el resto de oyentes asentían con la cabeza.

al señor mayor terminó por aburrirle la situación y comenzó a alejarse con un “venga, adiós” que creo sólo haber oído yo. por suerte, he tenido la capacidad de desconectar de vez en cuando, concentrándome en el movimiento del cuerpo de los perros y en el sonido de chocar de dientes - es asombroso que nunca se hagan daño -

la boca seca seguía con su instrucción. resultaban pasmosos los argumentos con que aplacaba, dificultado por su baba espesa, posturas tan comprometidas para tanta gente, desde la comodidad del paseo por un césped de ciudad, una mañana ociosa, con un espléndido sol brillando sobre el cielo claro. solucionaba de un manotazo, conflictos en los que se ve implicada la vida de personas, con determinaciones del tipo: 
“con franco había menos derechos, pero tenías el trabajo asegurado.” “si es que cuanto más das por culo a tu jefe, es peor, que parecen gilipollas” “mientras te paguen el salario a fin de mes, tienes que estar agradecido” “lo que sobran son inmigrantes” “a tiros despejaba yo las fronteras” “las empresas no son ONG”, mientras, a su vez, criticaba a los políticos – porque es la postura oficial – y me decía que la juventud lo teníamos claro.

en el momento en que dictaba la última de sus sentencias, he mirado cómo la cara con que le distinguía, en un principio, se diluía para convertirse en la cara de toda esa gente que parece haber aprendido las cantinelas de carrerilla, como aprendíamos el padrenuestro, para decirse a sí mismos y a sus familiares cómo deben actuar ante la situación actual. tristemente, parece ser la postura oficial del ciudadano medio en nuestro país, herencia del carácter pasivo que cultivamos por estas tierras. miramos en la tele las revoluciones que ocurren en el resto de países del mundo y lo único que se nos viene a la mente es el terror de la guerra civil. la tele nos infunde la política del miedo. 

lo extraño es que no me he sentido con ninguna gana de entrar en el trapo, qué le puedes rebatir a una persona que trae las frases preparadas desde 1939. además, como he dicho, hoy por fin había salido el sol, desde hacía ya bastantes días y no me apetecía que ningún licenciado en derecho y humanidades por la universidad del bar manolo, me jodiera la mañana. 

me he preguntado cómo sería este tipo en su juventud y si no se vería afectado, cuando presumiera de una mayor sensibilidad, de los problemas sociales y políticos de su época.

cada vez estoy cogiendo más asco a cualquier tipo de doctrina. la que sea. me limito a escuchar e intentar aprender. después actúo como me sale de los cojones. intento pasar sin hacer mucho ruido, si algo me molesta lo evito o peleo. si con alguna ley no estoy de acuerdo, o no me parece justa, me la salto, consciente de sus posibles consecuencias. poco más. bastante mierda tragamos en el día a día, con el engaño éste del asalariado. 

después he subido a casa, pensando cosas como éstas y he puesto una peli. más tarde, debería haberme dedicado a arreglarme el pelo y la barba, además de limpiar los platos del fregadero, pero he encendido el ordenador y me he puesto a escribir todo esto, para soltar lastre. a medio texto, me he levantado a abrir una cerveza y lo único que cabe destacar del resto del día es mi conciencia, mirándome, al beber de la lata, como si estuviese matando a alguien.