sábado, 19 de abril de 2014

big crunch

más de 2000 años de evangelización (Moneda >Cristo >Rey >Trabajo).. a ver cuándo empezamos a invagelizar, modo big crunch.

quizá entonces enseñemos empatía en las escuelas, cuando la primera lección sea: tú, libre. y todas sus conjugaciones. el día mundial de fundición de cañones para hacer pan. y celebremos  por fin el día mundial del fin de los días mundiales. aún no hemos encontrado la palabra capaz de doblar el acero. ni creemos en aprender, sin destruir, que no son las banderas las que lloran a sus hijos. el día que nadie dude que todas las catedrales que caben en su réflex, las levantaron personas cuyos nombres no aparecen en la chapa conmemorativa. quizá así, no necesitemos otros dioses que nos expliquen el trueno y la muerte, a quién rezar, si vienen a azotarnos puntuales, después de la cena. y mostremos a los niños el respetuoso ritual del león con el antílope..

contrariado

Estaba leyendo un enlace que han subido varios amigos sobre cómo el gobierno hace demagogia y palabrería barata de twiter con la muerte de Nelson Mandela, cuando han llamado a la puerta. si no es por los ladridos de la perra, no me entero. entre eso y los segundos que he tardado en reaccionar, cuando he llegado a la puerta, no había nadie. quien quiera que fuera estaba ya en otro piso, hablando con otros vecinos.
era una voz de hombre, muy tranquila, que no reflejaba debilidad, al comentar que el papel que traía en las manos era una orden de deshaucio. debía estar mostrándosela a alguien, antes de sonar un perdona y una puerta que se cierra.

he entrado en casa decidido a coger un euro de mi cartera, cuando me he puesto a pensar si iba a escuchar realmente la historia del tío e iba a intentar ayudarle o me iba a limitar a soltar el euro y seguir con mis asuntos. está claro que una limosna de mierda no va a evitar que le echen del piso. tampoco puedo darle mucho más. por otro lado, también podía invitarle a pasar y a tomar un café. siempre pienso que puede resultar un tanto intrusivo, incluso una ofensa (dame la pasta y déjame, que tengo mucho que hacer y en qué pensar..) lo que está claro es que ese hombre no necesita mi compasión, ni mi caridad. ni la de nadie. lo que ese hombre necesita son soluciones reales a su problema y el de su familia. justicia social. y, seguramente, un trabajo también. cosas que están muy lejos de mi alcance poder ofrecérselas.


entre tanta vuelta de olla, cuando he salido al descansillo, el hombre debía haber llegado ya al último piso y bajado de nuevo con las pocas limosnas que haya podido conseguir. intenté escuchar de nuevo su voz grave a través del hueco de las escaleras. nada. me puse a imaginar cómo debía ser físicamente aquel tipo, mientras entraba de nuevo en casa y volvía a mi habitación, algo confundido y contrariado, con un puto euro en la mano -no sabía qué coño hacer con él. me entraron ganas de tirarlo por la ventana- y la cara de Mariano Rajoy en la pantalla del ordena.

martes, 15 de abril de 2014

intentar que sea como un paseo

Mi abuela, de vez en cuando, entorna los ojos, perdiendo la mirada por la pared. como si allí, entre las gotas de pintura blanca, alguien hubiera salpicado, desordenadamente, sus recuerdos.
se pone a hablar, muy despacio, del pasado, hilando historias. es como si volviera andar. se le cambia la cara. esquiva cualquier cosa que se le pone por medio, con mucha gracilidad y se permite caminar, un rato más, por esas imágenes de luz blanca, antes de volver. 
pero vuelve. y vuelve la sombra. y el trocánter femoral. y el calcáneo. y hace frío. y cierra la puerta. y el agua templada. y el abanico. y esa puta silla de aluminio…

como no le gusta el silencio - para ella, debe ser muy parecido al concepto que tenemos los demás de oscuridad- busca mis ojos, de arriba abajo, y me dice que, siendo como soy, nunca me va a faltar qué hacer. sus labios se retraen y me enseña una preciosa sonrisa en blanco y negro, aunque la dentadura le va grande. o es el cuerpo lo que, ya, le va pequeño. sonríe con todo el peso del siglo veinte, e insiste: córtate el pelo, que siendo como eres, no te faltará trabajo.
nunca me permitió ser un vago. repite muy a menudo un amago de orgullo, con eso de que ande siempre liado con algo. si fuera ella la que me viera sentada en una silla, estoy seguro que no lo permitiría. pero no es así, es ella. y no hay nada que nosotros podamos hacer.
a esa obsesión porque nunca estuviera quieto, porque no durmiera más de la cuenta, debo, en gran medida, esta hiperactividad psicológica - que no intelectual- que no me permite descansar la mente y la mirada y, sobre todo, que hace que, siempre, me pregunte por qué. por eso, por ella, esto de que, a veces, me tumbe sobre una página en blanco a descansar y, no diré a volcar, ni vomitar, que está muy visto, si no, simplemente, tumbarme. y dejar que las palabras hagan sudar la fiebre. a ver si esta noche, duerme de un golpe el animal de tiro que me enseñaste a ser. mañana, damos otro paseo …

viernes, 11 de abril de 2014

una ordenanza municipal, obliga los poetas de madrid a llevar la grandilocuencia atada y con bozal

con la poesía, como con la vida. la prefiero cuando es tibia,
sin pulir.
mi apuesta es ciega por las astillas decididas a quedarse,
por una fuga, sin planificación,
a través de las alcantarillas de este ígneo atardecer del extrarradio
y,
sobre todo, por el vuelo cabezota de mi mosca, contra la ventana,
por no caer sobre la realidad untosa
del desfile,
la flor muerta,
la ropa de domingo
y
todas esas cosas sabor fresa que, en verdad, no saben a fresa.

entonces, sólo
entonces, puedo terminar el poema -o dejar que él termine conmigo-
sin decir que toda la culpa es mía.